Pícara y desafiante, como le era habitual,
Carmen Naranjo lanza su cuento infantil
La aventura de los dibujados en los años 80. “Se le ocurrió a
Mandrake, creo yo, porque de todos tenía la habilidad de lograr que los demás vieran cosas inexistentes. Aunque era el más débil en fuerza, no se subía por las paredes ni golpeaba para noquear ni detenía las balas ni volaba por los aires”, escribió.
Irónico, a veces cáustico, el cuento reta a la infancia y su disfrute del mundo de los comics , poco antes del cincuentenario de Superman, personaje emblemático del género.
Aunque en 1982 circula en la revista
Letras de la Universidad Nacional, en el 86 parodia el formato de los
comic-books : el Instituto del Libro del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes –bajo el cuidado de Elías Zeledón Cartín, su editor– lo difunde con ilustraciones del maestro
Hugo Díaz y una elocuente portada.
En ese mismo año, Carmen Naranjo se convierte en la segunda mujer en recibir el mayor galardón de Costa Rica: el Premio Nacional de Cultura Magón.
Entonces, en vez de la crisis en el mundo real –tema usual en la escritora–, muestra con humor la acaecida en el universo irreal de los “dibujados” y deja huella de su acercamiento artístico al comic , un tipo de historieta que ha marcado la cultura global desde el siglo XX.
En 1975, ya Julio Cortázar había publicado su Fantomas contra los vampiros multinacionales , una historia que reúne texto literario y comic .
Una desventura ejemplar. Bajo un título propio de los comics , Carmen Naranjo narra la aventura –más bien, desventura– de los dibujados, personajes superdotados muy en boga en aquel tiempo –y en este–.
Naranjo escribe: “Bueno, prosiguió Mandrake, la invitación tiene un propósito, es el de pensar en unirnos todos y acabar juntos con el crimen y la violencia”.
Al aludir a los héroes o superhéroes con un displicente “dibujados”, la autora marca el tono y la intención del relato. En él intervienen grandes protagonistas –casi todos figuras duales– que mueven la industria cultural y pueblan la imaginación colectiva: Tarzán y el mundo primitivo, el Hombre Araña y el mundo científico del que procede; Mandrake el mago–anfitrión en el relato– y el mundo prerracional; la Mujer Maravilla y el mundo mítico de las amazonas; Superman, el extraterrestre hombre de acero –piedra angular del género–, y el Hombre Nuclear y la Mujer Biónica del mundo tecnológico, delegados del cyberpunk.
El Mago también invita al Fantasma, quien, “en el sagrado oficio de recordar a sus antepasados”, vive desconectado del presente, y a Batman y Robin, quienes se disculpan “porque, como son millonarios, no pueden dejar la casa sola”.
El relato parodia el comic desde su título: ingenioso, lúdico y divertido, parte del comic y juega con él. El comic es su referente: los personajes y su universo han circulado por años en medios de comunicación masiva; son muy familiares. “Deben estar viejos porque papá me dice que, cuando era muy chiquito, los veía a los dos. Tal vez Mandrake nos ha hipnotizado y lo vemos como de cuarenta…”. El texto prestigia el saber mágico, de la infancia, desde el que narra lo que ve –y juzga– con su dubitativo Leitmotiv : “Creo yo…”; en apariencia, un niño.
“Llegó de primera, creo yo, la Mujer Maravilla con su traje de empleada, aunque se nota a la legua que es la misma: solo los miopes que trabajan con ella en la tele no se dan cuenta. Después llegó el Hombre Araña, vestido de araña, y no quiso sentarse, se agarró a la mitad de la pared y va a ser muy difícil servirle el té […]. Después llegaron juntos el Hombre Nuclear y la Mujer Biónica. Mandrake se estremeció al darles la mano porque son muy fríos, se trata de dos muertos reconstruidos”.
Infantes en la selva. Asimismo, el comic es el relato: perspicaz, doña Carmen asume sus personajes y diseños originales; también su “escritura”, mas no su estrategia. Con lógica implacable, narración ágil, lenguaje familiar y distintos efectos visuales –casi sin violencia–, la autora “dibuja” el texto: entreteje las destrezas y acciones de los dibujados en una absurda y fatal aventura.
Así, la escritora juega en el texto. y los dibujados juegan en él. En la irracionalidad de ese mundo, Hugo Díaz replica gráficamente el valor del cuerpo sobre la cabeza al invertir las proporciones de las figuras y alterar su tradicional estilo gráfico.
Con un papel central en el relato –como en el comic–, Superman promueve la aventura-desventura: “Y creo que fue Superman el que tuvo la idea de si inventáramos una aventura en que todos estamos en contra de todos, envueltos en un conflicto diabólico”. La competencia y la selección del mejor, corolario de la individualidad, es el talón de Aquiles de los dibujados. Así, Superman es el responsable del deceso colectivo y del propio, un decenio antes de su recalcado –y comercial– fallecimiento a manos de Doomsday (saga La muerte de Superman , 1992 y 1993).
Si la selva amparó a Tarzán en la novela de Edgar Rice Burroughs ( Tarzán de los monos , 1914), en el relato de Carmen Naranjo vuelve a salvarlo: “Jane se lo llevó por las orejas con la prohibición expresa de que no se metiera en esa aventura estúpida de aniquilarse uno al otro, como si fueran enemigos”. La mano “maternal” de Jane –una marca feminista de la autora– lo torna en el único sobreviviente: la historia vuelve al inicio.
Como espacio de lucha, la selva se come a los otros. Aquellos personajes, mitos de la cultura popular, caen por su propio peso: siendo superdotados, aparentemente invencibles, son infantes en la selva.
Un juego tras la palabra. Carmen Naranjo disfruta de exhibir sus falencias y va desconstruyéndolos en su propia historia. Los revela y desmitifica: ni son “héroes” ni “buenos” –pese a sus oponentes virtuales, los “malos”–, ni siquiera honrados.
“Creo yo que eran demasiado individualistas, y a todos les gustaban los malos remalos para tener desafíos y el trabajo de vencerlos, porque entonces se sentían como los no dibujados cuando aplastan cucarachas”. Los “superhéroes” son un fraude. Descalificados, son finalmente aniquilados. Como “héroes de papel”, resultan desdibujados.
“Me parece extraño que haya secretos en sus actividades [dijo el Mago] cuando todos los casos que ustedes atienden se publican en eso que llaman, creo yo, medios de comunicación masiva. / Claro que sí, contestó rápida la Mujer Biónica […], pero se nos presenta como posibilidades de ser ciertos, meros personajes dibujados, que enseñan las historias en que salen triunfantes, nunca se sabe cuando fracasamos. ¿No es verdad? Y todos asintieron”.
La aventura de los dibujados es una inteligente opinión-ficción sobre el mundo del comic : un relato entretenido, pero no ingenuo, que se suma a la reflexión de la autora sobre lo cotidiano (los dibujados también conforman la visión del mundo de sus fans ).
Como en sus múltiples talleres literarios, doña Carmen muestra su interés educativo al cerrar el cuento –infantil, por lo demás– con una moraleja:
“Y creo que los hombres no dibujados deben aprender esta lección, que podría resumirse en lo peligroso que es jugar con fuego […]. Y creo que nadie aprenderá nada porque los hombres dibujados nunca enseñan, salvo aquello de que las victorias se logran cuando las desventajas aumentan”.
Sánchez Molina, Ana Cecilia (06 de septiembre de 2015) "Carmen Naranjo y la desventura de los superhéroes". San José, Costa Rica. Periódico La Nación. Recuperado de http://www.nacion.com/ocio/artes/Carmen-Naranjo-desventura-dibujados_0_1510448965.html. La autora ha publicado los libros "Historia del Humor Gráfico en Costa Rica" (Editorial Milenio, 2008) y Caricatura y prensa nacional (EUNA, 2002).